La lana es un material vivo, noble y profundamente sensorial. Respira, se adapta y abriga. Protege del frío dejando pasar el aire, abraza el cuerpo sin oprimir y guarda la memoria del movimiento. Esta es la materia que hemos elegido para nuestros pañuelos dibujados a mano en Marsella, que celebran los matices vibrantes y la riqueza del color sobre un tejido invernal ligero y envolvente.
Un material precioso que requiere delicadeza
Un pañuelo de lana, como una bufanda o un chal, necesita atención. Sus fibras finas y naturales requieren cuidados para conservar su textura, brillo y propiedades térmicas. La lana regula la temperatura, aísla del frío, absorbe la humedad y resiste los olores, pero es sensible al calor y a los roces.
Cómo lavar un pañuelo o chal de lana
Lava siempre a mano en agua tibia (máx. 30 °C) con un jabón suave o detergente especial para lana. Déjalo reposar unos minutos sin frotar ni escurrir; simplemente presiónalo entre los dedos. Enjuágalo con agua limpia, envuélvelo entre dos toallas y déjalo secar extendido, lejos del sol y del calor.
Planchado y conservación
Plánchalo a baja temperatura con un paño fino entre la plancha y la lana. No lo cuelgues mojado; guárdalo doblado o enrollado en un lugar seco. Entre temporadas, protégelo en una bolsa de algodón con lavanda o cedro.
Cuidar para durar
La lana no necesita lavarse a menudo: basta con airearla. Evita los roces con bolsos o joyas, y elimina las manchas con agua fría.
Un pañuelo de lana vive contigo: se transforma, se suaviza, se convierte en una pieza para conservar y transmitir.
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